Hipótesis

Lo que hay al otro lado no es humano, o no es del todo humano. Más incluso: lo que hay al otro lado, en algunas ocasiones, está muy lejos de cualquier categoría de humanidad, aunque este último grupo no pierde el tiempo en artículos especulativos o inocentes comentarios.
Volviendo al primer grupo: al otro lado estoy yo, por ejemplo, que soy (o intento ser, al menos) un modelo de humano, pero que también soy, en ciertas ocasiones, un humano conectado a una máquina. Es decir, un humano que está mutando en otra cosa.
Hay días para todo y para todos; pero yo, que de por sí no soy una persona bastante optimista, llego ahora a la siguiente conclusión (o mejor: planteo la siguiente hipótesis): Fabián, de Reflejos, comenta que sería una pena que la máquina (de demostrarse su existencia al otro lado) no fuera humana; pero no podemos asegurar que la post-humanidad vaya a ser mucho peor que la humanidad y quizás nuestra última esperanza sea sólo esto: la posibilidad ilusoria de una transformación en quién sabe qué artefacto, ya sea éste máquina, polvo, divinidad o cosa.
¡Ya está bien de sufrimientos! Para una mejor comprensión del tema, aconsejo encarecidamente la lectura del poema con el que se inicia Las partículas elementales, de Michel Houllebeq.
O, en su defecto, la lectura de las líneas del horizonte a la hora silenciosa del atardecer. A esta hora: cuando son más rojas y más profundas.
Justo ahora.
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